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Publicado el 10 de mayo de 2013Última edición el 15 de enero de 2020
Publicado el 10 de mayo de 2013Última edición el 15 de enero de 2020

Fuerza de Voluntad para adelgazar


La vida en nuestra sociedad occidental actual suele ser muy rápida, llena de exigencias, de cargas, de prisas… Hemos de hacer muchas cosas, bien y rápidamente. Estamos envueltos en una dinámica que nos presiona a no parar y hacernos cargo de una infinidad de asuntos, lo que nos obliga a tener fuerza de voluntad para afrontar ciertas circunstancias, como por ejemplo la pérdida de peso previa a un Tubo Gástrico.

Así que con este tipo de existencia, algunos nos planteamos hacer dieta de la misma manera que hacemos el resto de actividades. Es decir, buscando resultados rápidos y perdiendo el mayor peso posible en el menor tiempo. Nos vemos obligados para este fin, a realizar dietas muy estrictas e hipocalóricas, dónde hemos de restringir enormemente la variedad de alimentos ingeridos y dónde tenemos PROHIBIDOS una infinidad de alimentos. Nuestra vida se convierte en un contar calorías, en un esto no, lo otro tampoco, en “machacarnos” a realizar ejercicio por obligación (aunque nos aburra soberanamente).

En este estado de tensión, de enorme esfuerzo (algunos lo llaman “ Fuerza de Voluntad ”) nuestro objetivo supremo es adelgazar. Por ello, nos pesamos frecuentemente para corroborar que nuestro gran esfuerzo merece la pena. ¿Pero qué ocurre en el momento que no bajamos de peso? ¿O que no bajamos cómo esperamos? ¿O simplemente nos cansamos, aburrimos, hastiamos?

¿Cómo afecta la fuerza de voluntad?

La respuesta es bien obvia: nuestra alimentación se desequilibra. ¿Esto qué quiere decir? Que empezamos a atracarnos de esas cosas que antes nos prohibíamos (muchos a esto le llaman “pecar”), o bien dejamos súbitamente toda actividad deportiva y por supuesto nos sentimos terriblemente culpables, y nuestra ansiedad y compulsión por los alimentos se dispara.

En este punto, si aún nos queda “ fuerza de voluntad ” (es decir, capacidad de autocontrol) podemos volver a seguir con la dieta; y si no, la abandonamos y comenzamos un proceso en el que por hartazgo dejamos de cuidar nuestra alimentación, y poco a poco vamos recuperando peso hasta llegar a pesar más de lo que antes de la dieta pesábamos.

¿Cómo conducir la fuerza de voluntad?

Por todo ello, sería muy útil que tuviéramos presente varios puntos. En primer lugar, que un proceso de adelgazamiento no se ha de basar únicamente en una bajada de peso, si no, en unos hábitos saludables y en los que nos sintamos cómodos y podamos mantener a lo largo de nuestra vida. De nada nos sirve, hacer un gran esfuerzo, perder mucho peso, si luego vamos a abandonar esos hábitos. Hemos también de dejar de tener el peso como única referencia y hemos de basar nuestros progresos en nuestro cambio de hábitos principalmente, teniendo el cambio de volumen como referencia y el peso como valor secundario.

Por último, tenemos que saber que para bajar de peso, lo más indicado es tener una alimentación saludable, no estricta, sin exceso de prohibiciones, moviéndonos lo máximo posible (y a ser posible disfrutando de ello). Cualquier exigencia desmedida (ej. He de perder 3 kg cada x tiempo) puede ser contraproducente, llevándonos a controlar en exceso y a medio plazo, a cansarnos y “abandonar”.

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