El optimismo: viendo el vaso medio lleno
En estos tiempos de crisis económica tan acuciante, el optimismo es una de las piezas claves más importantes para conseguir “salir airosos” y mantener una buena calidad de vida y unas sanas relaciones interpersonales tras un Tubo Gástrico.
Hay que tener en cuenta, que es una de las variables más importantes a la hora tener éxito en cualquier área y objetivo que nos proponemos en nuestra vida. Ser optimista es una actitud vital ante la vida, con la que uno no nace, sino que se va haciendo y se puede ir desarrollando (como cualquier otra esfera personal). Es una manera de enfocar la realidad, y de concebirnos a nosotros mismos y al entorno que nos rodea
El optimismo también se “pega”, si nos rodeamos de personas optimistas es mucho más probable que nosotros también lo seamos, y viceversa. En cambio, si somos pesimistas o “realistas” esto también se trasmite a nuestro alrededor. Por ello, cuanto más positivas son las personas de un país, mejor está preparado éste y afronta y supera mejor las crisis (al igual que nos pasa a las personas).
Veamos ahora unos puntos fundamentales que implica:
- Cuando alguien dice ser realista, la mayoría de las ocasiones está centrando su mirada en lo que falta, en lo que no hay.
- El optimismo no tiene que ver son sobrevalorar nuestras capacidades, sino confiar en ellas y darnos cuenta de cuales son.
- Genera en nosotros un estado emocional positivo, nos sentimos alegres y entusiasmados. Esto nos predispone a rendir más y mejor, a ser más asertivos, a tener más energía y vitalidad.
Cómo desarrollar el optimismo
- Centrarse en lo que hay, en lo positivo, en lo bueno que rescato. Mirar las capacidades mías o las del otro (y no los puntos débiles).
- Con pensamientos de refuerzo e ilusión: “Venga que puedes”, “Que bien que lo estás haciendo”.
- Reforzar pequeños avances en lugar de los retrocesos.
- Aceptación de las limitaciones personales o de la situación, y actuar en consonancia. Ya que si no lo hacemos, nos quedamos frustrados y no avanzamos.
- Dejar de quejarnos. La queja nos ancla en la insatisfacción, en el enojo, en lo que nos falta o no nos gusta de la situación.
- El sentido del humor, la risa, la alegría, el entusiasmo funcionan como motores de nuestro optimismo.
En definitiva, CONFIAR en la vida, en nosotros y en los demás. CONFIAR en nuestras capacidades, en el futuro. “Poner una Sonrisa a la adversidades”, disfrutar de los pequeños momentos y de las pequeñas cosas que nos da la vida, en vez de centraros en aquello que no nos agrada.