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Publicado el 23 de diciembre de 2016Última edición el 13 de mayo de 2020
Publicado el 23 de diciembre de 2016Última edición el 13 de mayo de 2020

Coma en fiestas sin sentir culpa.

Yolanda Melero Puche
Licenciada en Psicología

La culpa por lo que uno come en fiestas es uno de nuestros talones de Aquiles, bastante frecuente en la población general y más en los que padecen obesidad y/o sobrepeso. Tiene que ver con la vivencia de haber hecho algo malo, de no haberse “portado” bien. Suele haber una sensación desagradable con uno mismo, un criticarse y autocastigarse. Pero esta culpa, sirve únicamente para mantenernos ahí en el mismo círculo vicioso de siempre. Si quiere salir de esta dinámica, le recomendamos que lea atentamente los siguientes puntos.

culpa

Coma despacio, saboree y disfrute de verdad.

Muchos refieren que darse un capricho es comer alimentos ricos en grasa y/o azúcar. Pero la realidad es que justamente estas personas que dicen comer estos alimentos por placer, a la hora de la verdad lo hacen rápido y de manera compulsiva. De tal manera que el placer de notar ese supuesto sabor es muy efímero y uno necesita más y más. Proponemos que especialmente en fiestas (también todo el año) aprenda a comer con conciencia, de manera relajada, notando cada trocito en su boca y deleitándose con eso. Se dará cuenta que, aunque al principio le pueda resultar extraño, tiene una sensación de placer mucho mayor y no sólo eso, el control de lo que come lo tendrá usted y no su impulso.

Respete su cuerpo e ingiera menos cantidad.

Justamente al comer despacio y de manera consciente, le ayudará a disminuir sus cantidades. Tendrá más conciencia de su sensación de saciedad y de cuando ya no desea más. Al saborear y notar de verdad la comida en su boca y tracto digestivo, la sensación de haber comido se multiplica y con mucha menor cantidad se sentirá saciado antes.  Por lo tanto, ya no importa tanto si ha comido chocolate, polvorones,… porque realmente las cantidades que haya ingerido no serán tan perjudiciales y su sensación de autocontrol será mucho mayor.

Deje de prohibirse, ¡elija!

Sí, prohibirse sirve únicamente para crear más compulsión, más deseo hacia algo. Nuestro cerebro no funciona en negativo, así que si nos dicen “¡no piense en un elefante rosa!” automáticamente pensaremos en él. Por lo tanto, los «No» no sirven, sino todo lo contrario, hacen que nos quedamos anclados a eso que nos prohibimos. Como alternativa proponemos elegir que quiere uno comer en cada momento. Si de verdad uno elige, luego no puede haber culpa porque no ha habido nada que nos hayamos saltado, no ha habido prohibición.

Cuídese también en fiestas.

Muchas personas tienen en su cabeza la idea de que en fiestas está “todo está permitido” y se abandonan totalmente en su autocuidado. Es decir, dejan de tener una vida activa, de dormir las horas que corresponden, de comer saludable y variado. De esta manera, comer en fiestas se convierte en un todo vale a cualquier momento. Evidentemente esto nos pasa factura: físicamente nos sentimos peor, con  menos vitalidad, más pesados, la cabeza más cargada; y por supuesto también aparece el sentimiento de culpa. Y es que se suele pasar de una gran prohibición a una gran despreocupación. Por lo tanto hemos de evitar los extremos.

Deje de alimentar la culpa.

Así que póngase manos a la obra y deje de alimentar su sensación de culpa. Pero no se olvide,  que quizás se haya acostumbrado a sentirse culpable sin ser consciente de ello. La culpa aunque parece muy desagradable, muchas veces nos sirve como refugio para no responsabilizarnos de nuestra vida, para sentirnos peores que los demás, para dar/nos pena, para demostrar/nos que no podemos. Nos puede mantener en un estado de impotencia, de sentirnos pequeños e incapaces. Todo esto puede tener sus ganancias secundarias, como por ejemplo que sean  los demás los que se tengan que hacerse cargo de nosotros. También  la culpa nos puede proteger de la crítica externa (porque ya tiene bastante usted con su propia crítica). Por lo tanto, haga consciente también de que está apegado a su culpa, que le proporciona beneficios inconscientes (generalmente mayores de los que piensa) y atrévase a soltar esos beneficios para poder sentirse libre y responsable de su propia vida.

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