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Publicado el 31 de mayo de 2013Última edición el 18 de octubre de 2016
Publicado el 31 de mayo de 2013Última edición el 18 de octubre de 2016

Terapia familiar de obesidad

Cirujano Bariátrico y Metabólico | Cirujano Jefe - Director Clínicas Obesitas

De qué se trata:

En la terapia familiar de obesidad se busca aplicar un tratamiento integral de los hábitos nutricionales de una familia con problemas importantes de obesidad.

Cuándo debe aplicarse:

Cuando en la familia hay un miembro con obesidad mórbida, que va a necesitar o ya se le ha practicado una operación de obesidad, o cuando hay más de un miembro con obesidad moderada o severa en la familia (MAS DE 20-30 KGR).

Como se aplica y que aspectos incluye la terapia familiar de obesidad:

Se trata de aplicar una serie de nuevas pautas en todas las fases de la alimentación de la familia: La compra o selección de los alimentos, el cocinado de los mismos, la distribución de los alimentos a lo largo de todo el día, las frecuencias de las comidas, el tamaño de las raciones, y como plantear emocionalmente el acto o momento de comer.

Aunque esta terapia la puede aplicar una familia por sí misma, muchas veces se plantean muchas dudas sobre sí mismo “¿finalmente lo estaré haciendo bien?”, y puede ser necesario un apoyo especializado.

La clave esta, en que los cambios se aplican a toda la familia en conjunto, sin excepciones, y en casa nunca deben haber alimentos para unos y para otros.

Terapia familiar de obesidad

De un modo resumido, las pautas de la terapia familiar de obesidad claves serían las siguientes:

Compra y selección de los alimentos:

Sólo deben comprarse alimentos sin procesado industrial: frutas, verduras, legumbres, carnes, pescados, leche y derivados… Es algo tan sencillo como reducir al mínimo la compra de alimentos empaquetados y que contengan un etiquetado de composición de nutricional (un pollo empaquetado no lleva etiqueta de composición nutricional, pero alimento elaborado con pollo sí lleva ese etiquetado).

Cocinado de los alimentos:

Sin dar la espalda a los métodos de cocina aprendidos de nuestros padres, debemos disminuir de forma progresiva, la cantidad de aceite o mantequilla utilizados, y la cantidad de sal añadida. De esta forma, la familia lo irá aceptando casi sin darse cuenta, y finalmente todos comerán más sano.

Además, deben ir introduciendo métodos de cocinado al vapor o en hoya rápida, que permite cocinar con poco agua y en poco tiempo, conservando mejor los nutrientes de los alimentos y evitando el añadido de grasas para el cocinado. También es recomendable el uso de la plancha para las carnes o pescados. En general debe reducirse el uso de salsas, y en todo caso, disminuir los aditivos grasos para su confección.

Distribución de los alimentos y frecuencia de las ingestas:

A groso modo, deben de hacerse 5 comidas al día, de ellas 2 o 3 más abundantes, y 2 o 3 más ligeras.

Lo idóneo es comer cada 3 horas, alternando una comida más fuerte con una más ligera. Un ejemplo sería: desayuno fuerte, almuerzo suave, comida fuerte, merienda suave, cena fuerte, en horario de 8, 11, 14, 17 y 20 horas.

Aunque pueda ser un contrasentido, comiendo más veces, comemos mejor y habitualmente menos.

Las comidas más fuertes en nuestros hábitos, desayuno, comida y cena, deben contener proteínas (carne o pescado), y los más suaves, almuerzo y merienda, fruta, leche y derivados.

Además no debemos olvidar los platos únicos característicos de nuestra dieta mediterránea, que contiene todo tipo de nutrientes, y que se acompañan de ensalada y fruta. Los formatos de primer plato, segundo plato y postre, en general no son recomendables, porque acabamos comiendo más de lo necesario.

Un arroz caldoso, con carne y verdura de temporada, contiene de forma equilibrada y saludable, todos los nutrientes necesarios: hidratos de carbono de origen natural, vitaminas y minerales, y proteínas animales y vegetales. No es pesado, y no facilita el exceso de peso.

Un plato de macarrones con carne picada y tomate frito, resulta muy atractivo para el apetito, pero está descompensado porque contiene más hidratos de carbono de los necesarios, que además son de origen industrial, muy probablemente de absorción rápida, que son facilitadores de obesidad, y menos saludables para el metabolismo y para el intestino por tener pocos residuos fibrosos.

Cómo plantear emocionalmente las comidas:

Me gusta utilizar con mis pacientes, el ejemplo de que se debe comer como antiguamente en los monasterios. Y que sería algo así como: Con la mesa ya organizada y servida, se sientan todos a la mesa, en un ambiente tranquilo, sin prisas, dedicando todos los sentidos al disfrute de los alimentos. No ponemos la TV o la radio, ni se atiende el teléfono, y se habla de temas agradables y sencillos, haciendo un verdadero paréntesis en el ajetreo emocional del día.

Las raciones de los platos deben ser siempre únicas, no se repite nunca, el pan se evita, se pone una cantidad concreta a cada comensal.

Además, no se utilizan platos para compartir al centro de la mesa, aunque esto se vea como algo cómodo y agradable en el ambiente familiar, porque nos permite comer más cantidad sin ser conscientes de lo que comemos…

Si es posible, un poco de tertulia, facilita emocionalmente la digestión, y prolonga la sensación de saciedad física y emocional.

Ejercicio físico “familiar”:

No cabe duda de que la actividad física y el ejercicio físico programado son aspectos claves en la solución de la obesidad. Y también es muy frecuente, tanto que los adolescentes no les guste hacer ejercicio, especialmente si son obesos, tanto por la fatiga fácil como por la sensación de discriminación y vergüenza.

Así que es muy importante realizar actividades físicas en familia, preferentemente al aire libre, donde el niño o adolescente obeso, participe como un miembro más del grupo familiar, y sin hacer alusión que se hace por su bien, sino por el de todos los miembros.

NOTA FINAL:
Toda la familia se ha de concienciar de NO esperar resultados de esta terapia, a la vuelta de unas semanas. Estas medidas actúan de forma lenta y progresiva, pero como establecen como definitivas, no se trata de una dieta temporal, su eficacia a largo plazo es enorme. Igual que alcanzar una obesidad en un niño o adolescente, cuesta años, también cuesta el cambio a la inversa, al menos el mismo tiempo…

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