¿Qué relación existe entre la obesidad y la falta de sueño?
Dormir las horas suficientes, y hacerlo en condiciones adecuadas tiene un gran impacto sobre nuestro organismo y también para nuestro peso. Pero es cierto que frecuentemente algo tan vital como atender nuestra necesidad de descanso queda relegado a un segundo plano mientras le damos prioridad a otros muchos asuntos que nos apremian en nuestro día a día. La falta de sueño se ha convertido para muchos en un quebradero de cabeza mientras intentamos montar las piezas para conciliar el sueño y llegar a nuestros objetivos diarios.
En cualquier caso, la primera consideración que tenemos que hacer es que la relación entre la falta de sueño y el exceso de peso es bidireccional.
El exceso de peso conlleva molestias musculares y dificultades para respirar correctamente, lo que interfiere en la conciliación del sueño. A su vez dormir menos horas de las recomendadas produce cambios en dos hormonas relacionadas con el apetito, disminuyendo la producción de Leptina, que suprime la sensación del apetito, y aumentando la concentración de Grelina, que funciona como una señal de hambre. Esto propicia que las personas que duermen menos tiendan a comer más y que inconscientemente se busquen alimentos de peor calidad.
Junto a ello, la falta de sueño también aumenta la sensación de fatiga, lo cual dificulta la motivación a realizar la actividad física necesaria que tanto ayuda a lograr un balance energético adecuado. Las personas que duermen peor tienen menos probabilidades de ser físicamente activas y tenderán tendencia a gastar menos energía.
A fin de cuentas esto se transforma en un círculo del que es difícil salir si no tomamos conciencia, entonces ¿cómo salir de él?
Para lograr conciliar mejor la falta de sueño:
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No abusar de las pantallas
Es básico que la última hora y media antes de dormir, estemos relajados y tranquilos, disminuyendo al máximo nuestro ritmo de actividad. El uso de televisores, ordenadores y smartphones no solo fomentan la falta de ejercicio durante el día, sino que también influyen negativamente sobre el sueño debido a las radiaciones que emiten. Tenemos que valorar si el uso que estamos haciendo de la tecnología puede estar interfiriendo en nuestros hábitos de sueño.
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Utilizar la cama solamente para dormir y tener intimidad.
Parece una obviedad, pero lo cierto es que es frecuente hacer todo tipo de actividades que demandan atención y activan nuestro sistema de alerta cuando estamos en la cama (ojear nuestro smartphone, escuchar la radio, ver la televisión o incluso la lectura). Hay que intentar prescindir en la medida de lo posible de ellas, ya que pueden establecerse asociaciones erróneas que impliquen una activación poco adecuada para nuestro lugar de descanso, como en tantas otras cosas, en la moderación está la virtud.
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No forzarse a permanecer en la cama.
Es habitual que cuando no logramos conciliar el sueño permanezcamos en la cama dejando pasar el tiempo. Lo recomendable es que si a los 15-20 minutos no logramos dormirnos, tengamos la voluntad de ir hasta algún lugar de la casa que nos permita hacer una actividad tranquila o relajarnos, regresando al dormitorio únicamente cuando se recobre la sensación de sueño.