Mejora tu salud y disminuye el riesgo de obesidad alimentando bien a tus bacterias intestinales
En los últimos años se ha investigado a fondo sobre la interacción que tiene nuestra microbiota intestinal (las bacterias que habitan en nuestro intestino) con la salud. Las bacterias intestinales juegan un papel muy importante en nuestra digestión, en el metabolismo, el funcionamiento del sistema inmunitario, e incluso en la función cerebral. Y esta microbiota intestinal se nutre de lo que comemos, por ese motivo es importante cuidar nuestra alimentación.
Cuando descuidamos nuestra dieta, aumentando el consumo de productos ultraprocesados; modificamos el tipo y cantidad de nuestras bacterias intestinales, aumentando el riesgo de padecer:
- Trastornos intestinales (diarreas, estreñimiento, síndrome del intestino irritable…)
- Enfermedades metabólicas (resistencia a la insulina, diabetes. obesidad…)
- Enfermedades autoinmunes (enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa…)
¿Qué puede perjudicar a nuestras bacterias intestinales?
- El consumo de productos ultraprocesados y ricos en azúcares libres, aditivos, harinas y aceites refinados.
- La toma indiscriminada y abusiva de antibióticos, ya que no sólo se encargarán de matar las bacterias patógenas, sino que también lo harán con las bacterias beneficiosas del intestino.
- El tabaco.
- El estrés y la falta de sueño.
- La contaminación ambiental.
- Los patógenos infecciosos.
- El exceso de higiene y la falta de contacto con la naturaleza.
- El sedentarismo.
Alimentos para cuidar tus bacterias intestinales:
El alimento principal para alimentar a nuestras bacterias intestinales es la fibra soluble, ya que este tipo de fibra estimula su crecimiento y correcta actividad. Este tipo de fibra se encuentra principalmente en las frutas, verduras, tubérculos (patata, boniato, yuca, etc.), legumbres y semillas.
Es importante remarcar que las galletas y los cereales enriquecidos en fibra NO contienen este tipo de fibra, además de que no son buenos alimentos para nuestra microbiota intestinal, ya que suelen contener azúcares libres o edulcorantes artificiales, harinas refinadas y aceites refinados de mala calidad.
- Prebióticos: son sustancias no digeribles de la dieta, que sirven como alimento a algunas bacterias. Se encuentra en las frutas, verduras, tubérculos, legumbres, semillas o cereales integrales. Debemos destacar aquellas que tienen almidón resistente, que es aquel tipo de almidón que se resiste al proceso digestivo, quedando prácticamente intacta hasta el intestino, y por tanto sirve de alimento para las bacterias intestinales. Se encuentra sobre todo en el plátano verde, la manzana o calabaza asadas, y en la patata o la yuca cocinadas y posteriormente refrigeradas en nevera (conocida como «patata del día anterior»).
. - Probióticos: productos que aportan microorganismos que llegan vivos al intestino y que favorecen el bienestar de quien los consume. Se utilizan para mejorar síntomas gastrointestinales si se toman adecuadamente. Los podemos encontrar en alimentos fermentados como como el yogur, el kéfir, el chucrut (col fermentada con vinagre), encurtidos, tempeh… También los encontramos concentrados en cápsulas, pero éstos se deben utilizar de forma terapéutica, y siempre bajo la recomendación de un profesional cualificado.