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Publicado el 27 de abril de 2016Última edición el 13 de mayo de 2020
Publicado el 27 de abril de 2016Última edición el 13 de mayo de 2020

Exigencia y Obesidad: Un arma de doble filo

Yolanda Melero Puche
Licenciada en Psicología

Exigencia y obesidad, pueden ser malas compañeras para el tratamiento de la obesidad, incluso tras un Bypass Gástrico.

Hoy en día la vida de muchas personas está dominada por la exigencia. Esta tiene que ver con DEBER, TENER QUE llegar a unos determinados niveles o estándares  que suelen ser muy elevados. Así por ejemplo, no bajamos de peso porque queramos mejorar nuestra salud, encontrarnos más ágiles, disfrutar más de la vida… Sino que solemos adelgazar porque tenemos que dar una imagen determinada, o porque tenemos que poder ponernos x talla de ropa. Muchos pacientes refieren sentirse deformes, no reconocerse… y para “luchar” contra ello se han subido al caballo de la exigencia con la esperanza de poder salir victoriosos y “ganarle” a su obesidad, cosa que casi nunca sucede; en este artículo vamos a explicar por qué.

La Exigencia y obesidad. ¿En qué me dificulta?

-Desvalorización. Impide tomar y recibir.

La Exigencia y obesidadsiempre quiere más, cuando estamos exigentes no nos llega lo que tenemos, lo que se nos da no lo tomamos. Estamos constantemente en lo que DEBERÍA SER (no en lo que es) y nada de lo que hay nos satisface, y si lo hace es por un corto espacio de tiempo hasta que llega otro objetivo. Por tanto, al no tomar estamos en un estado de carencia, con la sensación de que hay algo importante que no tengo y que necesito urgente y desesperadamente.  El problema aquí está en que no valoramos lo que tenemos, los pasitos que vamos dando en esa dirección y nos quedamos únicamente en lo que no hemos logrado. Así acabamos fácilmente derrotados y desmotivados, con la sensación de vacío y de frustración. Siguiendo el ejemplo del peso, si realizamos el proceso de adelgazamiento desde la exigencia, nos focalizaremos en lo que nos falta, en cuanto no bajemos lo que esperamos nos desmotivaremos y frustraremos con facilidad. Y perderemos la perspectiva del camino hecho, de cómo hemos mejorado nuestra alimentación y de otros pasitos que hemos conseguido hacer. El resultado más factible será abandonar la dieta o aumentar aún más la exigencia.

-Metas inalcanzables que llevan a la frustración.

La exigencia excesiva puede facilitar las conductas desordenadas tras una operación de obesidad. Desde la exigencia, normalmente no solemos ponernos metas sencillas y asumibles a las que podemos ir acercándonos poco a poco. Sino todo lo contrario, el ideal de lo que debería ser y de qué resultados tenemos que alcanzar están siempre ahí acompañando a la exigencia. Porque la exigencia y obesidad es como un severo juez que siempre espera y demanda lo máximo y no le vale menos. Y en el caso de no conseguirlo, de no ir como esperábamos aparece inevitablemente la sensación de impotencia, de frustración.  Por ejemplo si yo me exijo bajar de peso 2 kg a la semana, la semana que baje 800 g, o incluso que no baje, ¿Cómo piensan que me sentiré? Además suele haber el añadido de “con el esfuerzo que me está costando hacer la dieta y luego no consigo nada”… Lástima que no nos demos cuenta que es nuestra exigencia y nuestras metas las que están saboteando el proceso y hacen que sea tan estricto y me frustre tan fácilmente.

Plus size woman is fed up and tired of exercising

-Evitamos en contacto conmigo, con lo que ocurre y con el otro.

La exigencia nos mantiene en un estado obsesivo, en el que nos sentimos presionados para conseguir algo, para hacerlo “bien”, para no fallar… Nuestra atención se va entonces en esta dirección y nos olvidamos, nos desconectamos del resto, de nosotros mismos pero también del otro. Nos tratamos y tratamos a los demás como máquinas cuya única finalidad es cumplir con determinados requisitos, y esto acaba siendo lo más importante, por encima de uno mismo, del otro y de las relaciones personales. Así por ejemplo, si entro en la exigencia de que mi hijo tiene que adelgazar, dejo de ver las necesidades de mi hijo, las mías. Dejo de cuidar la relación con mi hijo y lo que más importa acaba siendo que pierda de peso. Lo mismo pasa con uno mismo, las personas pueden entrar en estados obsesivos dónde se desconectan de sí mismos y de los demás y todo gira en torno a su volumen corporal, a la comida, a la dieta. Y se desconectan de sus emociones, de cómo les hace sentir esa dieta, de cómo se sienten en su vida…

-Insatisfacción con los demás. Dificulta relaciones con otros.

Como acabamos de mencionar en el punto anterior, cuando nos relacionamos con el otro desde la exigencia, lo hacemos bien desde lo que yo tendría que hacer, bien desde lo que el otro tendría que… o incluso desde como tendría que ser la relación (y no es). Entonces desde aquí lo que suele ocurrir es distanciarnos del otro, ponemos una muralla con el otro, ya que dejamos de relacionarnos de tú a tú, dejamos de estar presentes en la relación, en el aquí y ahora y nos vamos al ideal de cómo deberían ser las cosas. Nos perdemos la riqueza del momento, sin poder atender a que necesito yo y que necesitas tú y nos vamos a lo que debería ser y no es. Por tanto,  cuando nos relacionamos con los demás desde la exigencia (al otro o a mí) nos quedamos insatisfechos al no tener un contacto íntimo y real, ya que estamos principalmente desde el plano mental.

 

La Exigencia y obesidad. ¿En qué me puede ayudar?

Un aspecto útil de la exigencia es el hecho de que no nos conformamos con cualquier cosa, pedimos lo que queremos y  rechazamos lo que no. Nos sirve pues para poner límites al otro de lo que deseamos y lo que no. Por ejemplo, si he ido callando mis preferencias y aceptando todo lo de fuera, la exigencia sana me puede ayudar a conectarme con mis necesidades y a trasmitírselas al otro; a decirle que ya está bien, que necesito x. Dejo pues de aceptar cualquier cosa y demando lo que necesito, desde la conexión conmigo.

La parte sana de la exigencia y obesidad es el compromiso con uno mismo, con lo que uno hace y con los demás. El comprometerse firmemente con unos propósitos de manera no rígida y flexible, es muy importante en la vida para prosperar a todos los niveles. Sin este compromiso seríamos como un barco sin rumbo y sin dirección, perdidos en la inmensidad del océano. Este compromiso ha de estar siempre en contacto con mis inquietudes, limitaciones, con cómo estoy yo en este momento. No puede hacerse a costa mía y a costa del otro, si no teniéndonos en cuenta. Es decir, con una actitud amable hacia nosotros y hacia los demás, pero no condescendiente; no dejando de hacer aquello que es bueno y que sí que podemos realizar. Ojo con las excusas que nos ponemos, que es la otra cara de la moneda de la exigencia y obesidad; y que utilizamos para contrarrestarla. Por ejemplo, si nos comprometemos a cuidar nuestra alimentación y nuestro cuerpo, tan nocivo es si nos comenzamos a imponer dietas severas como descuidarnos completamente, dejar de tener una vida activa, comer en exceso comida procesada. Y lo curioso es que una cosa lleva a la otra, y la otra a la una. Por ello, el cuidado y el compromiso con uno mismo son las claves para poder realizar nuestros objetivos con éxito y satisfacción.

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